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viernes, julio 20, 2012

La luz detecta y controla la adicción a la cocaína.

Una investigación llevada a cabo por Christian Lüscher, investigador de la Universidad de Ginebra, ha podido comprobar, a través de cambios neuronales, que es posible detectar y controlar la adicción a la cocaína mediante pulsos de luz aplicados al sistema nervioso de ratones. 

Esta técnica permite descubrir las huellas que las drogas dejan en el cerebro. A partir de la luz, el trabajo también ha conseguido activar células nerviosas sin fármacos, solamente por manipulación optogenética.

“La optogenética no es la única metodología, pero comenzamos a aprovechar todo su potencial”, dice Robert C. Malenka, investigador de la Universidad de Stanford (EE UU). La optogenética es la combinación de genetica y métodos ópticos para controlar eventos específicos en ciertas células de tejido vivo, aun entre mamíferos libres y otros animales, con precisión temporal (milisegundo-Escala temporal) necesaria para mantener el ritmo intacto del funcionamiento de los sistemas biológicos.

El equipo de Lüscher ha demostrado que las drogas dejan huella en el cerebro y provocan cambios en la conducta. A partir de la luz, el trabajo también ha conseguido activar células nerviosas de ratones sin fármacos, solamente por manipulación optogenética. “La precisión del tratamiento nos hace pensar que los efectos secundarios deben ser menores, pero aún no podemos asegurarlo”, dice Lüscher. 



“Los efectos secundarios son un punto importante, sobre todo en tratamientos a largo plazo. Por ejemplo, el calor de la luz y los daños en el material genético pueden ser dos consecuencias potenciales”, dice Deisseroth.

En el experimento de Lüscher, las conexiones neuronales de los ratones cambiaron por efecto de la cocaína y les provocaron los comportamientos compulsivos típicos de la adicción, pero después, las conexiones se pudieron restaurar.

El mecanismo que se activa cuando se adquiere una dependencia cuenta con un neurotransmisor clave. “Hemos demostrado el papel fundamental de la dopamina en la adicción”, dice Lüscher. A la dopamina se la conoce como 'la hormona del placer', pero desde hace años los neurocientíficos se refieren a ella como el motor de la motivación porque moviliza el sistema de recompensa.

La neurociencia no ha diferenciado demasiado la liberación de dopamina en situaciones de recompensa y aversión porque muchos no le veían ningún sentido”, conviene Malenka. En cambio “el dolor y el placer están muy cerca uno de otro y un estímulo con efectos adversos también puede ser la causa de la liberación de dopamina”, explica.

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