Tal vez esto no sea posible, pero para que no os quedéis con las ganas aquí tenéis algo muy parecido. En este experimento dos hombres viven el dolor del parto. A través de diversos artilugios les van insuflando cada vez más dolor, al igual que ocurre con las embarazadas que están dando a luz, parece que el dolor se acaba pero nada más lejos de la realidad, sigue ahí aumentando y creciendo sin descanso, hasta recrear la intensidad y ritmo de las contracciones que acompañan al parto.
Pese a que intentan camuflarlo con risas y bromas el dolor el dolor termina por hacerse insoportables para ellos, aunque estoy seguro de que esas risas se acabarían si su dolor no dependiese de un botón.
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